Plasmada la crisis de los veteranos del Golfo Pérsico
Han pasado demasiados años, 19 para ser exactos. Pero, finalmente, los veteranos y las veteranas de la Guerra del Golfo Pérsico pueden ver reconocido lo que por tantos años ha sido su realidad: que es por esta guerra que ahora sufren la larga y dolorosa lista de padecimientos… ese dolor de cabeza insoportable, los problemas gastrointestinales, el dolor en los músculos y las extremidades que no los deja caminar, el cáncer.
El Departamento federal de Asuntos de los Veteranos publicó un estudio que confirma como real el Síndrome de la Guerra del Golfo, una serie de condiciones que afecta a los que participaron en esta guerra entre 1990 y 1991. Más allá, reconoce que una de las posibles causas del síndrome son los medicamentos que les administraron a los soldados antes de partir hacia el escenario bélico.
Los hallazgos parecen no sorprender a los veteranos que llevan ya casi dos décadas sufriendo las consecuencias de esta guerra.
Ángel Torres tenía 26 años cuando salió desde su natal Cayey para Texas como parte del entrenamiento del Ejército de Estados Unidos. Como tantas otras unidades militares, los miembros de La Brigada del Tigre recibieron un coctel de vacunas y medicamentos que pretendía protegerlos.
Ahora que se sabe que estas vacunas son en parte responsables de sus dolencias, es fácil cuestionarle por qué se las puso. Él también se lo cuestiona. “Buena pregunta”, contesta, pero, en aquel momento, esas vacunas se presentaron como su único salvavidas.
A él y sus compañeros les pusieron una inyección antes de salir al área del Golfo y, una vez en Arabia Saudita, les pusieron otras dos. Le dieron pastillas para adormecer el 75 por ciento de su sistema nervioso, o al menos eso le dijeron. Se las bebió, cada 12 horas una y cada cuatro horas la otra. Le provocaron deseos de orinar frecuentes y fuertes dolores de cabeza.
“Nos hicieron firmar un papel, y me acuerdo que un sargento afroamericano se negó a que le pusieran la vacuna y lo procesaron bajo reglamento militar y lo degradaron. Le quitaron una raya. En mi caso, voy a ser sincero, donde estábamos nosotros y lo que estábamos haciendo y lo que nos tocaba hacer, yo me encomendé a Dios y dije, si está para mí, está para mí. Si es para protegernos, vamos a hacerlo, no sabiendo yo el efecto que iba a tener en un futuro”, recordó. “El militar no se entrena para pelear por cosas políticas, por cosas religiosas, es una misión que uno tiene que cumplir y uno va a sobrevivir, a proteger a su compañero”.
Torres se enlistó tan pronto salió de la escuela superior para ayudar económicamente a los abuelos que lo criaron. Todavía padece dolores en las extremidades; fue diagnosticado con artralgia, o dolor severo en las articulaciones; sufre fuertes dolores de cabeza y problemas gastrointestinales. Tiene un diagnóstico de fibromialgia. Aún vive en Cayey, donde convalece de una reciente operación cervical.
“La exposición a los gases, a todo esto, fue constante y directa. No veo ni creo, y esta es mi muy humilde opinión, que nadie, ningún compañero que sirvió en la Guerra del Golfo o en Vietnam, esté tratando de inventarse algún cuento chino”, sentenció.
Fueron más de uno los estudios publicados para negar la existencia de un Síndrome de la Guerra del Golfo Pérsico. Finalmente, en noviembre, se publicaron los hallazgos del estudio que reconoce como real este padecimiento.
El comité que presentó el estudio fue creado por el Congreso en 2002 precisamente para recomendar al Gobierno investigaciones sobre los problemas de salud que ahora enfrentan los veteranos y veteranas de esta guerra. El objetivo del grupo es, además, dar alternativas para mejorar la salud de los veteranos del Golfo Pérsico.
Contrario a investigaciones anteriores, el informe publicado en noviembre determinó que el Síndrome de la Guerra del Golfo es una enfermedad real que afectó a una cuarta parte de los 700,000 soldados que fueron enviados a esta guerra, que comenzó con la invasión de Irak a Kuwait y se intensificó con la alianza de 34 países, encabezados por Estados Unidos, en una ofensiva contra Irak.
De acuerdo con los hallazgos del estudio, los padecimientos de los veteranos que fueron a esta guerra son diferentes a los que padecen los sobrevivientes de otros conflictos.
Los síntomas incluyen problemas de concentración, dolor en todo el cuerpo, fuertes dolores de cabeza y problemas gastrointestinales. Identificaron también en estos soldados severos problemas neurológicos, similares a los que producen enfermedades como la esclerosis múltiple. No existe un tratamiento efectivo para este síndrome y son pocos los veteranos que han podido recuperarse.
La particularidad de estos síntomas es que –de acuerdo con numerosos estudios, incluyendo el más reciente– no se deben solamente al combate. De hecho, los soldados del Golfo Pérsico tienen niveles más bajos del desorden postraumático al compararlos con soldados de otras guerras.
La evidencia presentada en este estudio apunta a que los síntomas son en parte el resultado de los fuertes pesticidas que se lanzaron durante el conflicto y las medicinas y vacunas que el Ejército les dio para “protegerlos” de gases neurológicos.
“Atender los serios y constantes problemas de salud que afectan a 175,000 veteranos de la Guerra del Golfo sigue siendo una obligación del Gobierno federal y todos los que están en deuda con los hombres y mujeres que arriesgaron sus vidas en Irak, Kuwait y Arabia Saudita”, concluye la investigación. “Esta obligación se hace más urgente por el largo tiempo que han esperado estos veteranos para obtener respuestas y ayuda”.
De acuerdo con información ofrecida por el Hospital de Veteranos en Puerto Rico, hay cerca de 200 veteranos puertorriqueños de este conflicto bélico que ahora tienen esclerosis múltiple, una condición que ataca al sistema nervioso, el cerebro y la espina dorsal. Los síntomas incluyen problemas visuales, debilidad en los músculos, problemas de coordinación y balance y pérdida de memoria. No hay cura para esta enfermedad.
Kelmy Rivera, también veterano de esta guerra, trabaja ahora con la información de los pacientes que atiende el Hospital de Veteranos.
“El Síndrome de la Guerra del Golfo es un síndrome único que se da de acuerdo a las fechas y las condiciones ambientales. No es lo mismo hablar de la Primera Guerra o de Vietnam, donde había ciertos ambientes. El Golfo Pérsico era árido y hay condiciones que son geográficas. Por ejemplo, en Vietnam estaba la fiebre amarilla, que es común en esa área”, dijo.
Los tratamientos que reciben los veteranos de esta guerra, explicó, son diferentes a los reciben los que estuvieron en otros conflictos.
“Los soldados del Golfo Pérsico estuvieron expuestos a la quema de petróleo, y eso tiene efectos en el ambiente que son negativos. Entiendo que es lo que provoca los problemas del asma, de la piel. La quema de petróleo, que es un químico, trae otras condiciones. Con el transcurso del tiempo, se siguen haciendo más pruebas y más investigaciones y se identifican”, expresó.
Jorge Pedroza, presidente del capítulo de Puerto Rico de Veteranos Americanos de Vietnam, no necesita leer el estudio de 454 páginas para saber que los padecimientos de estos veteranos son reales y diferentes a los de los sobrevivientes de otros conflictos. Su misión es precisamente defender los derechos de los veteranos una vez regresan.
“Los químicos son diferentes. En Vietnam, fue el agente naranja; en Irak, el uranio. Cuando (el entonces presidente de Irak, Saddam) Hussein le pegó fuego a las petroleras, ese humo de las petroleras afectó a los soldados. También les afectaron las bombas que tiraron, los gases como el gas nervioso y muchas cosas que pasaron que están secretas”, dijo.
El licenciado William Ramírez Hernández, director ejecutivo en la Isla de la Unión Americana por los Derechos Civiles (ACLU, en inglés), reconoció que el informe publicado por el Gobierno federal allana el camino para las reclamaciones legales. Sin embargo, el camino no deja de ser cuesta arriba.
Todavía en los tribunales se batallan casos de los veteranos de la guerra de Vietnam. “Yo trabajo con veteranos de la guerra de Vietnam, y puedo decir que el Síndrome de la Guerra del Golfo es similar por los componentes ambientales y todos los gases a los que estuvieron expuestos. Esto va a tomar mucho tiempo porque todavía se están peleando los casos de Vietnam, donde el detonante fue el agente naranja”, explicó Ramírez Hernández, uno de los pocos abogados en Puerto Rico que trabaja casos de veteranos.
Aclaró que son muchos los requisitos antes de que un veterano pueda comenzar una reclamación contra el Gobierno de Estados Unidos. Tener el padecimiento, haber ido al médico y hasta estar incapacitado no es suficiente.
“Tienen que hacer una reclamación formal de que están incapacitados; tienen que probar que estuvieron en el campo de batalla y expuestos a estos agentes. Aunque suene fácil, no lo es, porque donde te ponen la traba es al decirte que tú no puedes probar que todos esos síntomas se relacionan a ese conflicto”, dijo.
Explicó que, a raíz del informe sobre el Síndrome de la Guerra del Golfo, lo que sigue es crear un protocolo para atender a los que pudieran padecerlo.
“De los casos que trabajamos, incluso al compararlos con los casos de impedidos, los veteranos son realmente los más abandonados. Y cuando piensas que fueron 700,000 soldados, casi un millón, y que de cada cuatro hay uno que está afectado, estamos hablando de muchas reclamaciones que van a tomar mucho tiempo”, reconoció.
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